¿Qué son las retenciones en el IRPF?
Las retenciones son cantidades que un pagador (por ejemplo, una empresa) descuenta de lo que debe pagar a un perceptor (como un trabajador o un profesional autónomo) y que ingresa directamente a Hacienda en nombre de este último. Es un pago anticipado del IRPF.
Ejemplos comunes:
1) Nómina: El empleador retiene parte del salario del trabajador como IRPF.
2) Facturas de profesionales: Un autónomo incluye en su factura un 15% de IRPF (o 7% si es nuevo autónomo), que el cliente debe ingresar a Hacienda.
3) Alquileres: Si una empresa alquila un local a un particular, debe retener un porcentaje del alquiler e ingresarlo.
¿Qué son los ingresos a cuenta?
Los ingresos a cuenta son similares a las retenciones, pero aplican cuando no hay una cantidad líquida de dinero de la que se pueda hacer la retención directamente. Es decir, el pagador asume el pago a Hacienda del IRPF correspondiente a una retribución en especie del perceptor (por ejemplo, un coche de empresa).
Ejemplo:
Un trabajador recibe un coche de empresa como parte de su salario. El valor monetario de ese coche se considera retribución en especie, y la empresa debe calcular e ingresar a Hacienda un importe como anticipo del IRPF de ese trabajador.
¿Por qué existen estas figuras?
Estas medidas buscan:
1) Asegurar que los contribuyentes paguen el IRPF de manera progresiva durante el año, y no solo en la declaración anual.
2) Reducir el riesgo de impago.
3) Facilitar a la administración un flujo constante de ingresos.
¿Cómo afectan a la declaración de la renta?
Las retenciones e ingresos a cuenta se restan del total del IRPF a pagar en la declaración. Por eso, si te han retenido de más, puedes obtener una devolución. Si te han retenido de menos, tendrás que pagar la diferencia.